domingo, 30 de diciembre de 2012

MIEDO ESCÉNICO?!



Podríamos tener miedo a la oscuridad; a ciertos animales, a las alturas o incluso a los impuestos; pero pocas cosas hacen temblar más al ser humano que el miedo escénico, científicamente conocido como glosofobia (terror a hablar en público).


Alguna que otra vez en nuestra vida hemos tenido que afrontar el miedo a hablar en público. Es lo que pensamos cada vez que tenemos que hablar frente a alguien. Nos sudan las manos, nos ruborizamos, nos tiemblan las piernas, tartamudeamos, nos duele el estómago y por colmo, se nos olvidan las cosas. Esto pasa porque el organismo actúa ante las estipulaciones que hace el cerebro.


No es una exageración es la cantidad de personas que sufrimos de esta “característica”: Según Cheryl Hamilton, profesora en comunicación del Tarrant County College, en su libro “Communicating for results”, el 95% de la población sufre de ansiedad en mayor o menor grado cuando tiene que dirigirse a un grupo de personas.  Aún más extraño es el hecho que muchas de estas personas pueden bailar o cantar ante una audiencia, siempre y cuando no le dirijan palabras directamente al público.



Las personas que tenemos miedo a hablar en público, cuando tenemos que enfrentarnos a este tipo de situaciones, experimentamos una gran ansiedad, además, solemos pensar que vamos a hacerlo mal y con frecuencia, creemos que nuestra actuación ha sido deficiente. Pensamos siempre que los demás se darán cuenta de que nuestra voz o nuestras manos están temblando, o creemos que en cualquier momento nos puede invadir una enorme ansiedad, o que no podremos articular correctamente las palabras, etc.




En la clase de didáctica, tomando como punto de partida un texto que para nada nos imaginábamos que había que leerlo para algo así. Mi profesora preguntó por un voluntario que tuvo que comentar algo del texto en diferentes estados de ánimo. Primero normal, luego triste, otros lo hicieron enfadados.. pero llegó un momento en el que los voluntarios tenían que ser personas con miedo escénico. Evidentemente, nadie quería salir hasta que alguien rompió el hielo. Dicha persona se enfrentó a la misma actividad que mis otros compañeros solo que tanto ella como todas las que le siguieron después pasaron por las diferentes sensaciones de nerviosismo, del sudor de las manos..




 Y Almudena nos preguntó: ¿MIEDO A QUÉ? Miedo a equivocarnos, a decir algo que no está bien, a decir cosas de los que los demás se puedan reír, a que nada salga bien, a que se te olviden las cosas.. Cuando estás allí delante de todos todo se te hace tan grande y tú te sientes como una cosa tan pequeña, te sientes tan observado por los demás y ellos parece que te evalúan cada vez que te escuchan.


Sí, exactamente como se muestra en la foto. Es así como más de uno se siente. Menudo rato..!


A todo esto Almudena tenía solución y ahora que lo pienso, tiene razón. Lo que yo siento cuando estoy allí lo siente más de uno. Y si nos equivocamos, ¿qué? Para eso estamos, dice ella. Y me resulta curioso que según ella, llevar un boli en la mano te hace sentir más seguro, o más relajado, y las cosas salen mejor. O ponerte un boli en la boca y decir lo mismo te sirve para practicar y vocalizar bien. 


 Son técnicas para mejorar el miedo escénico y como resultado, a más de uno nos ha servido esa charla. En Pedagogía tuvimos que hacer unas exposiciones y se notó positivamente la exposición de antes de la charla y la posterior. Y quizás os preguntéis como es que sabe Almudena identificar lo que hacemos cada uno por culpa de los nervios, cada movimiento, y como sabe cómo se soluciona? Leer, leer, leer…

Esto no quita que un tema mal preparado te ponga más nervioso que uno que lo tengas más que visto. Es evidente que entré mejor lleves preparado un tema, más tranquilo estarás frente al tema, lo tratarás con más naturalidad y por supuesto te ganarás la seguridad del tema. Tampoco se puede dejar atrás el cuidado del vocabulario, y la mirada hacía el público.

Practica, practica, practica. Éste es el secreto a voces que todo el mundo sabe pero que a todos les da fastidio poner en práctica, sobre todo porque les recuerda que van a tener que exponer. Menuda tontería! Si entre más practiquemos mejor saldrá la cosa.

Una vez que hemos practicado lo suficiente la presentación, es hora de añadir un poco de técnicas avanzadas.  Utiliza preguntas retóricas para mantener la atención de tu público, p. ej. pregunten “¿Qué tanta influencia creen que tiene el medio ambiente en el rendimiento académico?”. Inserta silencios de uno o dos segundos después de datos relevantes o curiosos;  Para los puntos más interesantes, baja un poco la voz, como si estuvieses diciendo un secreto, y luego recupera tu volumen normal.  En los momentos más importantes, acércate a tu público físicamente, dando un paso o dos hacia ellos; cuando no sea necesario agregar tensión, sepárate un poco.

¡Dale interés a tu exposición con estas técnicas! Que no sea un discurso más; que sea algo que tu público recuerde, y principalmente por la manera como te expresaste.

Llega el momento de la verdad, y nos toca el momento de nuestra presentación.  Pero pasa algo curioso; por ley de Murphy, nos ha tocado exponer después de cuatro o cinco compañeros o colegas y el público está algo cansado.  El lenguaje corporal de la audiencia puede que nos desmoralice un poco o más si vemos a la gente con las caras apoyadas en las manos, jugando con bolígrafos, con la mirada extraviada o peor aún, jugueteando con sus teléfonos celulares.  Quizás no seamos capaces de animarlos, pero tampoco debemos preocuparnos por esta actitud.  Para que esta situación no nos afecte, traten de hacer el truco de “ubicar tres rostros en el público, uno a la izquierda, uno a la derecha y uno al centro y míralos alternadamente a lo largo del discurso” pero sin mirar directamente a ningún rostro en particular. Dirijan la mirada al vacío entre dos personas; desconéctense de las expresiones faciales de quienes los escuchan.


Aquí os dejo, amigos, un video que contiene ciertos consejos para superar todo esto y hacer de cada exposición frente al público una experiencia única e inolvidable. 




¿Seguimos con ejemplos diarios de didáctica?

¿Qué me decís si yo os digo que hacer un puzzle, un simple puzzle, es DIDÁCTICA?
Vamos a coger un puzzle de 1000 piezas. ¿Son muchas verdad? Y como que es un poco difícil hacerlo con las piezas de una en una por orden. Tenemos varias estrategias para hacerlo, cada uno tiene la suya. ¿Cuántos de ustedes empiezan el puzzle por las esquinas? Y cuántos siguen luego con el margen hasta completar el “marco” del mismo? Buscamos los azules para el cielo, lo verde para el hierba y asi.. 




O, cuántos de ustedes agrupan los diferentes colores del puzzle y decís: todo lo que es rosa lo ponemos aquí que es de las flores, lo marrón para los ladrillos, lo verde abajo.. etc.

A eso se le llama planificación en didáctica. Y si al final del puzzle tienes una pieza que no encaja en el único sitio que queda es porque tu planificación no ha sido del todo correcta. O que tu organización ha fallado igual que cuando pierdes una pieza. De lo contrario, buscarás un sitio donde pegarlo y ponerlo como marco en tú cuarto o en el comedor.





 Cualquier sitio en el que se aprende algo, donde planificas algo,cuando menos te lo esperas ahí  hace notar su presencia la didáctica.


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